Descarrega l’article en format PDF

El 5 de enero de 2005 la cabalgata de reyes de Gandia llegaba con un regalo muy especial para la ciudad, cerraba el cortejo un bibliobús que iría destinado a la atención veraniega de residentes y turistas en las playas locales, y a hacer realidad las prestaciones bibliotecarias allí donde no llegaba la Red Municipal.

Tras unos acertados retoques en su planificación, enseguida empezó a producir unos resultados espectaculares, llegando a alcanzar el tercer puesto en el ranking de las bibliotecas municipales, después de la Central y de la Infantil y Juvenil.
Una inversión optimizada fue clave para el nacimiento de este bibliobús, cuyo vehículo fue producto del reaprovechamiento de un autobús urbano retirado que, entre otros equipamientos, contaba con dos ordenadores obtenidos a raíz de un convenio firmado con La Caixa.

Todo ello se vio rubricado con el Premio ACLEBIM de Bibliotecas Móviles que la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles le otorgó en 2007.

Sin embargo ya con el anterior equipo de gobierno municipal sufrió problemas para continuar con el servicio de manera regular, pues tras las amenazas de desaparición se determinó mantenerlo en la calle con graves carencias profesionales y documentales que paulatinamente fueron aniquilando su operatividad.

Ahora mismo el bibliobús de Gandia está parado, no presta ningún servicio, y aunque la ciudad tiene una gran Red Municipal de Bibliotecas necesita el bibliobús para universalizar esos servicios, y si no que se lo pregunten la los vecinos de Marenys o Marxuquera.

Si ya de pos sí la situación es injusta, el bibliobús se ha convertido en un juguete arrojadizo entre el gobierno municipal y la oposición, y viceversa, en vez de considerarlo como un centro básico de recursos para los más vulnerables, capaz de producir riqueza con el simple hecho de facilitar la integración social y alentar la igualdad de oportunidades, de crear ciudadanos críticos en contra de las gestiones escandalosas y de las prioridades miopes en el ahorro presupuestario.

Crear un servicio bibliotecario puede ser difícil, si bien los resultados que se persiguen alientan cualquier inversión; mantenerlo puede ser fácil, más cuando su funcionamiento supera las expectativas; pero abandonarlo a su suerte es tirar a la basura no sólo lo invertido hasta el momento, sino también las ilusiones y la proyección de futuro de la población que dependía de él.

Hechos como el que denunciamos le ponen muy fácil a la Biblioteca para seguir siendo la institución democrática con más prestigio ante la población. El bibliobús ni es un adorno ni es una banalidad, como biblioteca, es un servicio social y cultura básico, y ahora mismo constituye la gran oportunidad del Ayuntamiento de Gandia para demostrar a sus ciudadanos que está con ellos cuando más lo necesitan.

La Biblioteca Pública es el gran instrumento a favor de la justicia social, y el Bibliobús, por su propia naturaleza, su máxima expresión. ¿No es esto suficiente para hacer un esfuerzo de imaginación que consiga revitalizar sus prestaciones en Gandia de una manera sostenible, o es un problema de voluntad?

Si el bibliobús de Gandia continúa prisionero de prioridades pacatas y excusas trasnochadas tarde o temprano los ciudadanos habrán de pedir cuentas a quien los ha abandonado a su suerte.