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Con la llegada de internet y el fácil acceso a la información, la Biblioteca ha perdido la exclusiva de su más importante principio fundacional: la democratización del conocimiento.

Los usos y costumbres de la población ya han cambiado y siguen haciéndolo. Las visitas a las Bibliotecas cada vez responden menos a una necesidad de acceso a la cultura y más a una cuestión de búsqueda de aislamiento.

Se hace necesario revisar las funciones de la Biblioteca y adaptarlas a los nuevos tiempos. Poner en marcha una transformación que preserve su fin constitutivo: la transmisión de conocimiento gratuita y plural, pero que también impulse otros fines más adecuados a necesidades actuales. Para convertirse también en:

• Un lugar de encuentro y socialización para la comunidad. Con zonas donde el ruido no sea censurado.

• Un centro de recepción, integración y alfabetización para inmigrantes.

• Un lugar que democratice el acceso a las nuevas tecnologías.

• Un sitio donde se potencie el juego como medio de aprendizaje y socialización.

• Un espacio de creación, que empodere a las nuevas generaciones en la fuerza activa del “hazlo tú mismo” frente al consumismo pasivo.

Estas nuevas ideas fueron las que hicieron que comenzara a dedicarme a la gestión cultural desde hace aproximadamente cinco años. También soy periodista y diseñadora gráfica editorial, es decir, he escrito y también diseñado un buen puñado de libros y de revistas. La crisis del papel -esa misma que afecta a las bibliotecas- me hizo reinventarme hace casi una década y pasé de trabajar como directora de arte de una editorial a hacer un popurrí de trabajos que no son más que un reflejo de mi personalidad inquieta. Disfruto especialmente en el ámbito educativo, en el que realizo el grueso de mi trabajo, y de ahí, mi relación con las bibliotecas, como fuente educacional paralela a la escuela en un mundo donde la apertura del conocimiento es esencial para poder comprenderlo mejor.

Soy aficionada y entusiasta de la cultura hacedora, un movimiento internacional que busca retornar a las personas el control y creación activa de tecnología y otros productos frente a lo pasivo del consumo capitalista. Se trata de un empoderamiento del individuo y su capacidad hacedora como solución y respuesta al dominio de las grandes corporaciones multinacionales. Una filosofía que, junto a la hacker -que también incide en desentrañar, compartir y liberar el conocimiento-, da a la comunidad la soberanía necesaria para hacer frente a retos futuros y donde las personas no son mero receptor y usuario de tecnologías crípticas privativas.

Para la cultura hacedora la comunidad es muy importante. El grupo necesariamente comparte sus conocimientos para lograr sus objetivos. Y es aquí donde la biblioteca podría tomar un papel activo, vehiculando este proceso, creando el espacio necesario para hacerlo posible y, al mismo tiempo, cumpliendo con su propósito fundacional: democratizar el conocimiento.

Con la llegada de las nuevas tecnologías y especialmente internet, se hace indispensable una profunda transformación de la biblioteca. Estados Unidos -y otros países- ya acogen hacklabs o makerspaces en estos espacios públicos que revierten, no sólo en una mayor autonomía tecnológica de la sociedad, sino también en un progreso e innovación de tipo ético que no busca el enriquecimiento de unos pocos sino el beneficio común.

Las bibliotecas de nuestra comunidad puedan dar pasos firmes en esta ineludible transformación. Ya no se trata de asistir a despliegues de teoría, se trata de ponerse manos a la obra y comenzar con pequeñas acciones dirigidas a restablecer la labor social y cultural de la biblioteca y liberarla del ostracismo del silencio.

Como muestra de todo lo expuesto, os adjunto un interesantísimo documento escrito desde Tinkerea y Hackea, colectivos en los que estoy involucrada, sobre la transformación de la biblioteca en un HackerSpace. Me parece que sería necesario tenerlo a disposición de quien quiera. Es un documento esencial para promover la idea del cambio en los bibliotecarios y bibliotecarias.

Y ya sabéis…. ¡Las bibliotecas ya no son lo que eran! Participa tú en el cambio.

 

 

Autora: Susana Monteagudo. Gestora cultural y periodista. Desde 2014 trabaja en la didáctica escolar de la Fundación Bancaja. En la actualidad gestiona una asignatura complementaria anual en la Deutsche Schule de Valencia. Bajo el nombre Críos&Roll harealizado conciertos, sesiones de DJ y otras actividades familiares para Las Naves, IVAM,  Ayuntamiento de Valencia, Minimúsica, RuzafaLovesKids, Volumens Fest, Intramurs o Festival Vesos entre muchos otros. Puso en marcha el programa didáctico Zinkids, con el que no colabora en la actualidad. Algunas de sus actividades infantiles tienen relación con la cultura maker y hacker y han sido reseñadas por la prestigiosa revista norteamericana fundadora del movimiento maker, “Make:”. Tiene cinco libros publicados con las editoriales Litera Libros y Lunwerg. Actualmente es colaboradora habitual de la revista de periodismo para niños y niñas “La Leche” y del programa “L’Escoleta” de A Punt Radio.

Email: susmont@hotmail.com