De penurias, legislaciones bibliotecarias, bibliotecas rurales y bibliotecas en movimiento

(2020/09) Símile núm. 46, Símile 2ª època

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Como indica el título, este breve artículo quiere ser una reflexión sobre la situación actual de muchas bibliotecas rurales valencianas del interior y de la necesidad de proteger a aquellos pueblos en riego de despoblación que con escasísimos medios sí quieren ofrecer un servicio de lectura pública a sus vecinos y vecinas (o al vecindario).

De acuerdo con la Ley 4/2011, de 23 de marzo, de la Generalitat de Bibliotecas de la Comunitat Valenciana, una biblioteca queda definida como:

La institución donde se conservan, gestionan, catalogan, clasifican y divulgan colecciones o un conjunto organizado de libros, manuscritos, publicaciones periódicas o seriadas, documentación gráfica, fotográfica, fonográfica, audiovisual y multimedia y cualesquiera otros materiales, libros electrónicos o fuentes de información fijada en cualquier tipo de apoyo para la consulta en sala o por medio de préstamo personal o para ser comunicada a través de redes cerradas o abiertas. Su finalidad es contribuir, con los medios técnicos y personales adecuados, a la obtención de la información y el desarrollo de la investigación, la educación y el ocio.

Generalitat de Bibliotecas de la Comunitat Valenciana

Cortes de Pallás es un pequeño municipio del interior valenciano. Poco conocido, es uno de los más alejados y aislados de la provincia. Para acceder a él desde los pueblos más cercanos (Buñol, Requena, Cofrentes…) necesitamos entre cuarenta y cinco minutos y una hora de coche por carreteras con muchas curvas o incluso, según nuestro origen, pistas forestales asfaltadas. El paisaje sorprende a todo el que nos visita por primera vez y siempre el mismo pensamiento, esto también es la provincia de Valencia.

En Cortes de Pallás disponemos de un espacio físico donde conservamos, gestionamos, catalogamos, clasificamos y divulgamos un conjunto organizado de libros. Disponemos de un servicio de consulta en sala y de préstamo personal. Y contribuimos con medios técnicos y personales a la obtención de la información y el desarrollo de la investigación, la educación y el ocio.

Vistas desde la Biblioteca de Cortes de Pallás

Sin embargo, de acuerdo a la referida Ley, no somos una biblioteca porque no alcanzamos los 5.000 habitantes.  Deberíamos ser una Agencia de Lectura, pero ni tan siquiera podemos serlo porque el espacio físico donde desarrollamos todo eso que hemos expuesto anteriormente está en torno a los 90 metros cuadrados, no alcanza los 150 metros cuadrados mínimos que exige la Ley para ser Agencia de Lectura.

La Ley de Bibliotecas Valenciana es una ley urbanocentrista y discriminatoria con los territorios rurales de interior poco poblados o en riesgo de despoblación. No atiende a sus singularidades, no plantea respuestas ni soluciones. La Ley incumple en su articulado lo expuesto en el preámbulo de la misma Ley. Con su redacción actual se incumple la obligación que “La Constitución Española establece, en su artículo 44, que los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho”. Entrecomillado literal de Ley de Bibliotecas que sigue:

“El Estatut d’Autonomia de la Comunitat Valenciana, aprobado por la Ley Orgánica 1/2006, de 10 de abril, de Reforma de la Ley Orgánica 5/1982, de 1 de julio, dispone, en su artículo 2, que corresponde a la Generalitat, en el ámbito de sus competencias, promover las condiciones para que la libertad e igualdad de los ciudadanos y los grupos en que se integran sean reales y efectivas; eliminar los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud, fomentar el desarrollo de las peculiaridades del pueblo valenciano y facilitar la participación de los valencianos en la vida política, económica, cultural y social”

Cortes es uno de esos pueblos de la Iberia vacía o vaciada, no entraremos ahora en debates terminológicos que no vienen al caso.  Como en tantos otros pueblos, tras la Guerra Civil, el fin de la autarquía y el despunte de la industrialización en las grandes urbes hicieron estragos en Cortes de Pallás. De los 2258 habitantes con que contaban Cortes y sus aldeas en 1950 se pasó a apenas 643 habitantes en 1982, una brutal pérdida de población del 62%.

Las grandes obras hidroeléctricas en la Muela de Cortes a mediados de los 80 y durante los primeros 2000 consiguieron frenar e incluso revertir en algunos momentos la situación. La situación actual vuelve a ser preocupante. En apenas cinco años Cortes ha pasado de 993 habitantes a 814 (INE 2019), una pérdida de 179 habitantes. Estamos hablando de 3,49 habitantes por kilómetro cuadrado frente a los 221 de media de la provincia de Valencia, de un índice de envejecimiento del 877% frente al 114% de la provincia. Pero los datos son más alarmantes, pues estamos aportando datos de población empadronada, no de residentes reales. Estimamos que Cortes cuenta con unos 500 habitantes que pueblan durante todo el año sus calles, pero también sus aldeas. Es decir 500 habitantes repartidos entre ocho núcleos de población, algunos de ellos apenas alcanzan los cinco o diez habitantes, cuando hace unas décadas eran un centenar.

Una auténtica catástrofe demográfica que no es fortuita. Las obligaciones fiscales en estas zonas rurales de interior son iguales al resto de zonas urbanas superpobladas, sin embargo, las condiciones de acceso a bienes de consumo esenciales, ayudas públicas o elementos tan indispensables para la vida cotidiana como la sanidad, la educación o la cultura son tremendamente desiguales respecto a las ciudades. Una desigualdad sobre la que no se actúa políticamente y que ahonda cada vez más en el problema de la despoblación.

Una desigualdad que como hemos demostrado queda patente en la actual Ley de Bibliotecas de la Comunidad Valencia. El hecho de que la Ley nos deje fuera a tantos pueblos como Cortes no es cuestión baladí, pues supone negarnos el acceso a determinadas subvenciones o a hacer uso de un catálogo colectivo. Y no sabemos qué es más grave, que pequeños municipios que disponen de “bibliotecas” no puedan definirlas formal y legalmente como tales. O que la Generalitat Valenciana no actúe para que los pequeños municipios puedan disponer de una biblioteca. Y eso a pesar de que el Ministerio de Educación y Cultura dice de las bibliotecas “[son] la puerta de acceso público más importante a la Sociedad de la Información”.

A pesar de lo que dicha Ley diga, juzgue cada cual si esto es un acto de desobediencia civil, en Cortes de Pallás contamos con una Biblioteca Pública Municipal, pues cumplimos con la definición de la IFLA/UNESCO: “biblioteca pública es una organización establecida, apoyada y financiada por la comunidad, tanto a través de una autoridad u órgano local, regional o nacional o mediante cualquier otra forma de organización colectiva. Proporciona acceso al conocimiento, la información y las obras de creación gracias a una serie de recursos y servicios y está a disposición de todos los miembros de la comunidad por igual, sean cuales fueren su raza, nacionalidad, edad, sexo, religión, idioma, discapacidad, condición económica, laboral y nivel de instrucción.”

Nuestra biblioteca, de unos 90 metros cuadrado cuenta con 12 puestos de lectura, acceso a internet, tres grandes balcones que permiten la entrada a una luz límpida y son un mirador estupendo a la Muela de Cortes y el barranco de la Barbulla. Está ubicada en un edificio multifuncional de reciente construcción, con servicios de calefacción, aire acondicionado y cafetería en la planta baja (para quienes hemos pisado muchas bibliotecas rurales esto es poca broma). Contamos con un fondo de más de 3.000 libros, una sección infantil y una sección local que recoge todo lo publicado sobre Cortes y nuestros pueblos vecinos. Elaboramos estands de promoción lectora. Cuenta con un técnico en archivos y bibliotecas con una atención de 20 horas semanales y un servicio de urgencia de 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año, al que se le puede consultar cualquier cosa cuando uno se lo cruza por la calle.

Pero en Cortes de Pallás contamos con un serio problema en la dotación de servicios iguales a todo el vecindario debido a su gran dispersión y su complicada orografía. Como decíamos, además del propio Cortes de Pallás, existen 8 aldeas distribuidas en un amplio término municipal de 234 kilómetros cuadrados. La aldea más cercana, El Oro está a 15-20 minutos en coche y la más alejada, La Cabezuela, dista 37 kilómetros, unos 40 minutos en coche. Ante esta situación, disponer de una sola Biblioteca de cabecera en Cortes de Pallás, en la práctica supone dejar sin acceso a servicio de biblioteca a prácticamente la mitad de la población del municipio.

Bibliotecas en movimientoLa solución que hemos ideado se llama Bibliotecas en Movimiento. Consiste en siete pequeños lotes de 130 libros cada uno instalados hasta ahora en seis centros sociales de las aldeas.  Periódicamente estos pequeños lotes van rotando de un centro social a otro, con lo cual se está renovando continuamente el fondo de libros. En las aldeas, una persona voluntaria se encarga de gestionar los préstamos.

Hasta el momento la propuesta es en realidad un parche, pues si bien pone a disposición de los paisanos y paisanas bibliotecas renovadas periódicamente, la falta de financiación nos impide el desarrollo de actividades de promoción lectora, divulgación de la colección, actividades de carácter cultural y ni tan siquiera aportar libros de auténtico interés para los paisanos y paisanas. Esta falta de financiación la sufre también la biblioteca de cabecera, que no dispone de presupuesto. Los 3.000 volúmenes de su colección son el resultado de la generosa donación de vecinas y vecinos de Cortes y del “cansineo”, que se dice por estos lares, de su bibliotecario, que es muy “romancero” y siempre rasca algún libro duplicado a algún bibliotecario amigo o se busca las vueltas para sajar libros de todas partes, a veces de su propia biblioteca personal. Debido a esto tenemos un gran número de libros duplicados, que, en un claro ejemplo de optimización de recursos, son con los que hemos creado los lotes de las Bibliotecas en Movimiento.

Los bibliotecarios y bibliotecarias españoles se caracterizan generalmente por su capacidad de inventiva para sacar recursos de donde no los hay. En las áreas rurales toca agudizar ese ingenio, que casi debería ser materia obligatoria en la carrera.

A alguien quizá le parezca exagerado el cierre de este breve artículo, pero en la mayoría de muchos pueblos como Cortes, si cerramos los ojos, nos queda más cerca añorar las Bibliotecas de las Misiones Pedagógicas de María Moliner de los años 30 del siglo pasado que soñar con Bibliotecas del Siglo XXI con todas sus competencias digitales.


Álvaro Ibáñez SolazAutor: Álvaro Ibáñez Solaz. Diplomado en Biblioteconomía y Documentación y Graduado en Información y Documentación por la Universidad de Valencia. Acumula más de 10 años de experiencia laboral en archivos y bibliotecas en diferentes instituciones: Diputación de Castellón, Biblioteca Pública Estatal de Valencia, Biblioteca y Archivo de Requena, Biblioteca de Manises, Archivo de Camporrobles… Actualmente trabaja como archivero-bibliotecario en el Ayuntamiento de Cortes de Pallás (Valencia) y como archivero en la Fundación Lucio Gil de Fagoaga de Requena. Colabora además con El Punt: Espai de Lliure Aprenentatge, asociación ubicada en Valencia dedicada a la recuperación de la memoria documental de los movimientos sociales antagonistas y el desarrollo de un modelo de biblioteca social autogestionada. Ha publicado artículos de investigación en revistas de estudios locales sobre la historia, costumbres y tradiciones, etnobotánica… de la Meseta de Requena y Utiel y Cortes de Pallás.

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