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En bibliotecas, archivos y centros de documentación confluyen todo tipo de personas interesadas en leer, aprender, divertirse; espacios de interacción social que, además, siguen siendo una gran opción para todos aquellos que necesitan información local.
Es inevitable pensar en la hemeroteca histórica, los archivos y las fotos antiguas cuando pensamos en la colección local. Los profesionales nos encargamos de localizar, adquirir, conservar y difundir contenidos relacionados con nuestra comunidad. Esta concepción de albaceas, de custodios de una memoria constreñida en silos y condicionada por lo impreso, era válida y necesaria en la sociedad predigital. Hoy el hecho local además de cotidiano y plural es multimedia, se crea y se difunde a través de la red por ciudadanos que comparten sus vivencias con otras personas y su acomodo en nuestras colecciones es complicado.
La sociedad conectada precisa instituciones de la memoria que asuman un enfoque más acorde con los tiempos descentralizados y colaborativos en los que vivimos. Seguimos siendo agentes importantes para la memoria local pero no somos los únicos. La “memoria-silo” debe ser complementada con la “memoria-red”.
Trabajamos en instituciones en las que confía la ciudadanía. Esa “credibilidad” y su especialización (conocimiento del entorno digital, de herramientas, de gestión de derechos de uso…) las habilitan como “dinamizadoras de la memoria”. Sin embargo, a los profesionales se nos olvida que además somos el nexo entre personas con intereses comunes que a menudo se desconocen. Necesitamos aprovechar ese intangible.
La importancia del espíritu café
A las personas nos gusta compartir café y sobremesas: son momentos distendidos en los que fluye la conversación, se aprenden cosas y se crean los contactos. En la biblioteca de Muskiz trabajamos el “espíritu café”: la gente acude por una necesidad concreta, más o menos aburrida, más o menos gratificante, y nosotros, mientras atendemos, ofrecemos una charla distendida a pie de mostrador. Obtenemos de esa forma un caudal de información que combinado con nuestras destrezas nos han permitido estimular la creación de contenidos locales.
El curso “Biblioteca y memoria local en los tiempos de la web móvil” es (y fue) una buena excusa que el COBDCV ofreció para compartir café y sobremesa mientras hablábamos sobre la construcción de la memoria y las identidades locales en estos tiempos de fake news, desintermediación y pantallas omnipresentes. Contar y conocer ejemplos de cómo empleamos ese intangible para estimular la creación de nuevos contenidos de carácter local, dar a conocer las herramientas empleadas e incitar a repensar nuestra actividad respecto a la memoria (a poder ser sin aburrirnos mucho) son objetivos a alcanzar en cualquier institución donde se valore la memoria local como elemento esencial de formación e información a la comunidad.
Más información: http://cobdcv.es/simile/biblioteca-y-memoria-local/
Autor: Fernando Juárez Urquijo
Es bibliotecario de su pueblo, Muskiz, desde donde experimenta con la edición digital e imagina servicios bibliotecarios. Ha publicado artículos y comunicaciones e impartido docencia especializada para profesionales. En 2015 le publicaron “Biblioteca pública: mientras llega el futuro” en la colección EPI UOC.
A pesar de ser funcionario con sueldo fijo y futuro amortizado decidió involucrarse en el irrelevante mundo asociativo profesional. Miembro de ALDEE (Asociación Vasca de Profesionales de Archivos, Bibliotecas y Centros de Documentación) y FESABID, trabaja para intentar mejorar las condiciones laborales de los profesionales de la información. A veces dice cosas fuera de tono.
E-mail: ferjur@gmail.com